lunes, 2 de mayo de 2016

Primeras palabras


Siempre me ha gustado leer y escribir, incluso de pequeña fantaseaba con ser escritora. Escribo siempre. Las últimas hojas de los cuadernos que uso para mis clases están destinados a ideas sueltas, poemas que muchas veces parecen no tener sentido, frases que surgen en clase, relatos de conversaciones con colegas y situaciones que me dejan pensando y que parece urgen ser escritas. Tal como Rosa Montero dice en el libro “la loca de la casa”, tengo en mi cabeza un run-run de ideas que claman por ser volcadas a un papel. Siempre que la vuelvo a leer las re-significo, puedo percibir: angustia, preocupación, desafío, sinsentido o nuevos sentidos. En ese escrito, en esa organización que voy dándole a mis pensamientos, hago un relato que es biográfico y ficcional, que es totalmente subjetivo y condicionado por ese presente y todos mis pasados. Como decía Barthes toda autobiografía es ficcional y toda ficción autobiográfica.

Me gustaría que poco a poco este blog funcione realmente como bitácora, registro de experiencias y preguntas que me despiertan el hacer pedagógico y otras aventuras cotidianas. Nadie cuestiona la importancia de la lectura en la formación docente, la necesidad que todos los docentes una vez finalizada la formación inicial continuemos leyendo. Pero parece que la escritura, el ejercicio de comunicar ideas desde la producción escrita, es desestimado. Considero que muchas veces el proceso de la escritura parece un trabajo de privilegio para quienes se dedican a la investigación, siendo que es un recurso sumamente valioso para pensarnos, mirarnos, de-construirnos.
Al generar con compromiso un proceso narrativo podemos encontrarnos de un modo muy profundo con los propios miedos, prejuicios, esquemas, matrices, intereses. Pero también, es recurso genial para pensar sobre diversas situaciones que acontecen en nuestro trabajo como formadores.  Es decir, también podemos des-armar, por ejemplo a través del relato de una situación vivida como problemática junto a nuestros alumnos o colegas, cómo los diversos actores sociales en juego están manifestando intereses, visiones, lecturas, supuestos.

En algún punto la escritura permite objetivar, tomar cierta distancia, confrontarse con lo escrito.


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